viernes, 13 de abril de 2012

ENTRENAMIENTO - EL METODO NELVEG - 4° PARTE


Por qué ladran los perros?

Sucede que en muchas ocasiones, nuestro perro puede convertirse en un animal ruidoso y molesto sin aparente razón alguna. Lo que en realidad sucede, es que los seres humanos no comprendemos de inmediato la gran cantidad de razones por las cuales un perro ladra. El ladrido es la manera en que nuestros compañeros se comunican tanto con los miembros de su especie, como con su dueño, expresando estados de ánimo, sentimientos, o advirtiendo de algún peligro o persona extraña. Siempre hay que tener en cuenta que los perros son animales territoriales y por lo tanto ellos tienden a defender su espacio por medio de ladridos y gruñidos que los hacen ver más feroces ante su “agresor”.
“No me dejes solo”, “cuidado, peligro”, “alguien se acerca a la casa”, “ahí viene el intruso”, son algunos de los mensajes que contienen esos persistentes y ensordecedores ladridos. Por esta razón debemos entender antes que nada, que nuestro perro no intenta hacernos desesperar y enojar con su medio de comunicación ya que él sólo desea disfrutar de nuestra compañía, ofreciéndonos todo su amor y protección. Sin embargo, un perro que ladra demasiado e inoportunamente es uno de los principales problemas a los que los propietarios deben enfrentarse, en una situación que suele acabar con su paciencia y sólo les deja la aparente salida de los gritos, los castigos y el uso de la fuerza; prácticas inhumanas que pueden dañar a su mascota y que no solucionan el problema de fondo.
La solución a este común problema se encuentra ni mas ni menos que en las manos de cada persona, entendiendo el comportamiento de su perro y descubriendo las causas que originan la mala conducta.


Acá estoy!

Los perros son animales que aprenden con rapidez, formando hábitos encaminados a su beneficio y con más razón si alguno de éstos contribuye a llamar la atención de su dueño, ya sea de buena o de mala gana; no importa como, “la atención es la atención”. Así se le hable con delicadeza o se le grite con desesperación para que deje de ladrar, lo importante para tu perro es que de una u otra forma estás interactuando con él. Si tu perro ladra para llamar la atención, simplemente hay que enseñarle que sus acciones tendrán el efecto contrario. Cuando estés ocupado o descansando y tu perro comience a ladrar, ignoralo y dale la espalda alejandote de él. Cuando se calle, aunque sea por un momento, acercate, pero sin verlo o dirigirle la palabra; con el tiempo, aprenderá que los ladridos te alejan, y que el permanecer en silencio te trae de vuelta. Cuando guarde silencio por periodos de tiempo más largos, como de treinta segundos a un minuto, premialo ya sea con caricias o con comida. Este proceso debe repetirse diariamente hasta que la mala conducta haya desaparecido y el perro haya entendido que si se calla, su amo le “hará caso”.


Me da miedo estar solo!

Tu mascota también puede ladrar cuando se encuentra sola en casa, aburrida y estresada por largos periodos de tiempo. Los perros son animales sociales y la mayoría de las veces no pueden entender porqué los miembros de su familia se van dejándolos completamente solos. Como resultado, se dan los ladridos a causa del estrés o simplemente por aburrimiento. El único remedio para este mal es enseñarle a tu perro a tolerar la ausencia de sus dueños. Muchas personas cometen el error de pasar todo el tiempo con sus mascotas cuando se encuentran en casa, lo cual es contraproducente, ya que cuando el dueño tiene que salir, el perro siente que ha sido abandonado. Por esta razón es necesario que se intercalen periodos de juego, con periodos de aislamiento, lo que le ayudará a tolerar la soledad, sintiéndose más seguro cuando tú no estás en casa. Otra manera efectiva, es atar al perro a la pata de una mesa o una silla mientras estás sentado o viendo la televisión y darle juguetes para masticar en los que pueda ocuparse. Progresivamente el “temeroso can” se acostumbrará a esta situación y será el momento de colocarlo en un cuarto a parte por cortos periodos de tiempo, aumentando el plazo hasta que el perro ya no se sienta solo y esté acostumbrado a quedarse en casa sin compañía alguna. Es muy importante nunca olvidar proveerlo de juguetes, ya que debemos ocuparlo en alguna actividad que le divierta y le ayude a pasar el tiempo.


Cuidado!

El ladrido como alarma fue la principal razón por la cual los humanos domesticaron a los perros, por eso, resulta irónico que esta razón ahora se vea convertida en un problema social. Un animal que ladra en presencia de intrusos puede ser muy útil en algunas ocasiones, pero si los ladridos son persistentes y no cesan después de algunas cuantas advertencias, se convierte en un verdadero problema. Si deseas enseñar a tu perro a ladrar solamente en el momento indicado, primero debés armarte del equipo necesario: una persona que te ayude y un par de premios para recompensar al perro. Sienta al perro al pie de la puerta y da la orden de “habla” al mismo tiempo en que la segunda persona, del lado opuesto, comienza a tocar la puerta; en ese momento premia a tu mascota y dile “gracias” o “buen perro”; quien se sorprenderá, ya que está acostumbrado a que le gritan cuando ladra. Ahora, mientras siguen tocando la puerta, dale la siguiente orden: “callado” y poné frente a su nariz el premio, después deben dejar de tocar la puerta. Poco a poco, la “alarma canina” aprenderá de una forma divertida e interesante la relación entre las órdenes y lo que queremos que haga, ya sea, avisar de la presencia de un extraño, o quedarse callado.


Qué sos, quién sos, por qué estás acá?

Los ladridos constantes en un patio o en un jardín suelen ser una de las quejas más comunes entre los vecinos; un perro que ladra con el mínimo estímulo visual o auditivo del exterior; con cada persona o animal que pasa frente a su territorio, no es precisamente “música para los oídos”. Con frecuencia, el perro que vive afuera, advertirá de los ruidos, personas o animales que vea o escuche, lo cual puede resultar molesto tanto para quienes pasan frente a la casa, como para quienes habitan alrededor de ella. Dejar a un animal en el patio o en el
jardín por mucho tiempo, lo llevará a encontrar actividades que no precisamente son “apropiadas” para nosotros, además de que se expone a una serie de peligros, como a ser envenenado, robado, o a lastimarse con los plantas y alimañas que habitan en el jardín. La única solución es enseñarlo a centrar su atención en juguetes, tener más interacción con él y mantenerlo dentro de la casa, aunque sea la una parte del tiempo que suele estar en el exterior; en conjunto, los juguetes y las distintas actividades físicas y mentales que lleves a cabo con tu perro, lo distraerán y le enseñarán cosas más divertidas que ladrar constantemente.


Problemas de ladridos

La clave para resolver un problema de ladridos es en primer lugar el determinar el por qué ladra el perro. Es por aburrimiento? Está ansioso por quedarse solo todo el día (ansiedad por separación)? O tal vez porque los vecinos o transeúntes lo molestan. Tu perro ladra durante un momento particular en el día, o en determinadas situaciones? Prueba con algunos de los consejos que te damos a continuación durante un par de semanas, no recurras al castigo físico y haz un poco de trabajo de detective antes de elegir la solución adecuada.


Guía general para un perro ruidoso

No toques a tu perro cuando esté ladrando. Cualquier contacto o caricia que intentes hacerle en ese momento sólo servirá para reforzar la conducta de ladridos. Sólo toca a tu mascota cuando esté tranquilo y en silencio. Consulta a un especialista en comportamiento si pensas que tu perro ladra por miedo o por un problema de ansiedad por separación. No premies el comportamiento de ladrar al: acariciar o tocar a tu perro, levantarlo, darle una galleta o su comida, abrirle la puerta porque te está gritando a ti, permitirle salirse de su jaula transportadora, o darle algo que él quiere. Espera hasta que tu perro se tranquilice para darle lo que él quiere. Premia el silencio! Esta es la parte más importante para enseñar a tu perro a que esté callado. Es importante que premiemos a nuestros perros por buen comportamiento cada día de sus vidas. Cada vez que el perro está callado cuando normalmente ladraría, asegúrate de felicitarlo, darle unas palmaditas, o una rascada, y un premio. Esto es para que aprenda que te gusta mucho cuando el silencio reina en la casa. Haz que tu perro forme parte de la familia. El comportamiento inaceptable, tal como los ladridos indeseables, jamás mejoran aislando al perro. De hecho, esa podría ser la razón por la que tu perro ladra todo el tiempo, ya que es infeliz estándo fuera. Deja que tu perro esté dentro cuando tú te vas si es el único momento en el que tu perro ladra. Él se sentirá más seguro dentro de la casa. Un perro es un animal de jauría que necesita interacción social diaria con su familia. Como mínimo, tu perro debería estar vos toda vez que estés en casa, incluido dormir dentro por las noches. Si nunca has llevado a tu perro a clases de entrenamiento, este es un buen momento para hacerlo! Los animales de jauría necesitan de su jauría y para bien o para mal, tú eres esa jauría! Bríndale mucho ejercicio. Antes de irte a trabajar, haz que tu perro corra su pelota, su frisbee o una vara. La regla general es 20 minutos de ejercicio aeróbico, dos veces al día (obviamente si tu perro goza de buena salud) Recuerda que un perro cansado es un perro bueno, porque estará descansando y no ladrando o siendo destructivo.
Dale un lugar seguro para estar. Si a tu perro lo molestan los vecinos, entonces construye un espacio seguro y que no permita ver al otro lado, bien lejos de la cerca. Haz pausas. Antes de dejar solo a tu perro, no pases mucho tiempo con él, para que no se ponga excesivamente ansioso por quedarse solo. Deliberadamente ignóralo durante veinte a treinta minutos, al menos tres veces al día (hace de cuenta que no estás ahí, no le hables, acaricies o mires y alejate si él trata de hacer contacto con vos). Asegurate que toda la familia participa en estas pausas. Una vez que el perro acepte las pausas, avanza a las ventanas de tiempo.
Ventanas de tiempo. Existen estudios que demuestran que la mayoría de los perros son destructivos y ladran durante los veinte minutos siguientes a los que te vas al trabajo (el perro está estresado por quedarse solo) y veinte minutos antes que regreses (los perros anticipan el regreso de su persona favorita). Las ventanas de tiempo le enseñan al perro a calmarse durante el día y a permanecer tranquilo a tu regreso. Quince minutos antes de irte por la mañana, coloca a tu perro donde va a pasar el día e ignoralo. Cuando es tiempo de irte, sólo andate. Al regresar a casa, es lo mismo a la inversa: llegas y durante quince minutos dejas el perro donde estaba, lo ignoras completamente, no lo acaricias, hablas ni mirás. Esto hará que tu perro aprenda a que debe existir un momento de tranquilidad entre que llegas a la casa y el momento en que puede saludarte. Dale a tu perro algo para hacer mientras tú no estás. Si tu perro está ocupado mordiendo algo, es improbable que a la vez esté ladrando. Existen juguetes especiales que puedes rellenar con comida y que mantienen al perro entretenido por bastante tiempo, están diseñados para que sólo una pequeña cantidad de alimento salga de su interior. No agredas a tu perro, ni le cierres el hocico con la esperanza de que esto detendrá el ladrido. Este tipo de castigo lo único que le enseñará es a temerte. Recordá, hace el trabajo de detective para averiguar por qué ladra tu perro. 

jueves, 12 de abril de 2012

EL HOMBRE QUE APRENDIO A LADRAR DE MARIO BENEDETTI

Lo cierto es que fueron años de arduo y pragmático aprendizaje, con lapsos de desalineamiento en los que estuvo a punto de desistir. Pero al fin triunfó la perseverancia y Raimundo aprendió a ladrar. No a imitar ladridos, como suelen hacer algunos chistosos o que se creen tales, sino verdaderamente a ladrar. ¿Qué lo había impulsado a ese adiestramiento? Ante sus amigos se auto flagelaba con humor: "La verdad es que ladro por no llorar". Sin embargo, la razón más valedera era su amor casi franciscano hacia sus hermanos perros. Amor es comunicación.
¿Cómo amar entonces sin comunicarse?

Para Raimundo representó un día de gloria cuando su ladrido fue por fin comprendido por Leo, su hermano perro, y (algo más extraordinario aún) él comprendió el ladrido de Leo. A partir de ese día Raimundo y Leo se tendían, por lo general en los atardeceres, bajo la glorieta y dialogaban sobre temas generales. A pesar de su amor por los hermanos perros, Raimundo nunca había imaginado que Leo tuviera una tan sagaz visión del mundo.


Por fin, una tarde se animó a preguntarle, en varios sobrios ladridos: "Dime, Leo, con toda franqueza: ¿qué opinas de mi forma de ladrar?" La respuesta de Leo fue bastante escueta y sincera: "Yo diría que lo haces bastante bien, pero tendrás que mejorar. Cuando ladras, todavía se te nota el acento humano”.
 
 
 

miércoles, 11 de abril de 2012

ENTRENAMIENTO - EL METODO NELVEG - 3° PARTE

Qué es el apego

El apego es el cariño o la atracción natural que tiene un perro por su manada, ya sea por uno o varios de sus dueños, por otros perros e incluso otros animales. Es un comportamiento normal en un animal de manada como el perro, mientras que es poco habitual en animales de naturalezas más independientes como los gatos.


Fases del apego

Los cachorros tienen que pasar por ciertas fases normales en este apego. Primero deben estar muy cercanos a su madre y a los otros miembros de su manada, porque son criaturas débiles y frágiles que necesitan mucha atención y muchos cuidados y estar separados de su grupo puede llevar a la muerte, pero después deben pasar por una fase de desapego - que es normal - en el que se vuelven un poco más independientes y que en la naturaleza les serviría para formar su nueva manada o poder actuar por sí solos sin necesidad de estar tan cercanos a su madre o compañeros. Siguen siendo un grupo, pero ya no deben estar todo el tiempo tan pegados a los otros miembros de la manada. En los perros mascota a veces ocurre que no se da correctamente esta fase de desapego, y se presenta el hiperapego, es decir, el perro está tan ligado a su dueño, que se convierte en un problema, porque no puede estar solo y no acepta separarse de su dueño ni por breves instantes. Esto no es normal ni saludable, porque el dueño empieza a no poder salir en lo más mínimo o el perro tiene reacciones que conocemos como "ansiedad por separación", es decir, se angustia tanto de quedarse solo que puede romper objetos, orinar o defecar por todos lados, ladrar todo el tiempo, etc. En casos extremos el perro llega a causar graves pérdidas económicas sobre los bienes del dueño, o incluso se lastima gravemente a sí mismo. Es importante que se practiquen ejercicios de desapego con el perro, ya que la dinámica de una manada humana es muy distinta a la de una canina: a diferencia de las manadas caninas, los miembros humanos de estas "manadas" nos vemos en la obligación de estudiar, trabajar, irnos de paseo y otras actividades que fuerzan al perro a permanecer solo durante períodos mucho más largos que lo que su naturaleza le permite.


Entrenando el desapego

Dejalo en una habitación, cerra la puerta y si no está llorando regresa a los pocos segundos. Anda cambiando de habitación y progresivamente (a lo largo de varios días o semanas) aumenta la cantidad de tiempo que lo dejas solo. Después practica lo mismo, pero saliendo de la casa. Salí y regresá a los pocos segundos. Si llora, grita, ladra o rasguña no tenés que volver, pues creerá que de esa manera logra que regreses y lo seguirá haciendo. Es importante que al comienzo regreses en poco tiempo, pues le enseña que cuando te vas, regresas. Gradualmente irás trabajando en aumentar los tiempos para no crear ansiedad. Cuando te vayas, prueba dejarle cosas con qué entretenerse. Ten en cuenta que esto implica mucha paciencia y dedicación, pero que al final, valdrá la pena! Un perro, ya adulto, que resulta agresivo con otros perros debido a falta de socialización cuando cachorro, puede aprender a convivir con ellos, a través de un programa de socialización remedial.


Socialización remedial

Este programa implica que el perro en cuestión conozca gran cantidad de perros distintos, pero de manera totalmente CONTROLADA. Siempre debe traer una correa puesta, con un collar resistente, y si se considera necesario puede utilizarse un bozal, aunque los ejercicios deben comenzar a DISTANCIA, y siempre con mucha precaución. El perro debe colocarse a distancia con respecto al otro perro. Ambos perros con correa. La distancia es MUY importante. No deben quedar tan cerca que el perro que necesite socializar se ponga nervioso, al contrario, debe seleccionarse una distancia a la que aún pueda mantenerse relajado o por lo menos, que pueda ponerle suficiente atención a su manejador y tomar premios de él. Si el perro está inquieto, tenso o no acepta los premios, significa que esta distancia debe aumentarse. Lo ideal es que el otro perro sea sociable, tranquilo y más bien sumiso, de preferencia de sexo opuesto al perro a socializar. No es conveniente socializar remedialmente a un perro con otros ejemplares miedosos, agresivos o que tampoco estén bien socializados, ya que esto aumenta mucho la tensión entre ambos. Si el ejercicio está "planeado" y el otro perro es conocido, mucho mejor. Si se trata de realizar los ejercicios en un sitio de "la vida real" como un parque, un estacionamiento, etc, no siempre se conocerá a los demás perros, pero manteniendo la distancia prudente EN TODO MOMENTO, no deberá haber mayores problemas. Cuando el perro a socializar vea, a distancia, al otro perro, se le deben de dar premios, muchos, muchos premios, hasta que el otro perro se vaya. Los premios deben de fluir constantemente y muy generosamente entre el dueño y su perro durante todo el tiempo que este vea al otro perro a distancia. Cuando el otro perro se vaya, inmediatamente deben dejar de darse premios. Esta técnica, llamada desensibilización, tiene como fin que el perro relacione a los otros animales con los premios que recibe, lo que hará que gradualmente los sentimientos iniciales de inseguridad, miedo, defensa o agresión, se conviertan en otros mucho más agradables, con relación a los otros perros. Después de varias sesiones, se nota que el perro que antes ladraba, gruñía, o se portaba tenso e inquieto ante los otros perros, ahora empieza a buscar a su dueño y a mover la cola alegremente al ver pasar a otro perro frente a él. En este momento puede disminuirse un poco la distancia entre el perro a socializar y los otros ejemplares que pasen frente a él, entonces es necesario observar nuevamente la reacción del perro: si se mantiene tranquilo y atento a su manejador, la distancia es conveniente. Si el perro se descontrola y se muestra tenso, significa que la distancia se acortó demasiado pronto, lo que implica que hay que alejarse un poquito más de los otros animales. Encontrando la nueva distancia a la que se puede realizar el ejercicio, sin que el perro se muestre tenso, se repite nuevamente la operación: dar muchos premios cada vez que otro perro pase frente al que estamos sociabilizando. Dejar de dar premios cuando se vaya y así sucesivamente. Gradualmente se puede seguir disminuyendo la distancia, hasta que, eventualmente, el perro pueda estar perfectamente junto a otros perros, sin mostrarse tenso, inquieto, agresivo o miedoso. Estos ejercicios deben realizarse siempre con mucha paciencia y muy gradualmente, ya que acelerar los pasos puede ocasionar que se pierda el trabajo anterior, si el perro se siente tenso o agredido. Otra técnica muy utilizada para socializar perros, es el “contracondicionamiento”, con esta serie de ejercicios se busca que el perro aprenda cómo actuar en determinada situación. Normalmente, un perro mal socializado, cuando ve a otro en la calle o en un sitio público, opta por gruñirle, ladrarle, lanzarse hacia él, jalarse de la correa o incluso tirarle mordidas. Con esta técnica se logra que el perro actúe de un modo específico, cuando se presenta el estímulo, que en este caso son otros perros. De este modo puede enseñársele al perro a sentarse, o a ver fijamente y solamente a su dueño, ante la presencia de otros perros, con lo que se vuelve mucho más controlable. Si un perro no fue bien socializado, es muy probable que sienta inseguridad, temor o ansiedad en presencia de otros perros, por lo que muchas veces es indispensable modificar estos sentimientos antes de poder enseñarle modos correctos de actuar. Por eso, es muy común que se utilice la desensibilización, antes que el contracondicionamiento. Cuando un perro ya puede controlarse frente a otros perros, entonces ya es posible enseñarle acciones específicas que faciliten su interacción con los otros perros como sentarse o como no verlos de frente, sino de perfil, ambas señales de "calma" que evitan peleas, o acciones que eliminen un comportamiento no deseado como ver fijamente al dueño, lo que evita que siga viendo o ladrando al otro perro. Lo único que hay que hacer es premiar al perro selectivamente cuando está pasando otro perro frente a él y cuando el perro realiza la acción que queremos, premiarlo. Por ejemplo, pasa un perro frente al perro que queremos condicionar, entonces, si el perro que estamos manejando se sienta lo premiamos. Si ladra, no lo hacemos. Con repeticiones y a lo largo de varias sesiones, el perro aprenderá a relacionar al otro perro con premios (lo que modifica los sentimientos de ansiedad, temor o inseguridad), a sentarse cuando pase otro perro para recibir su premio. A la larga, el perro acepta ver otros ejemplares y se sienta en cuanto los ve, lo que evita que jale la correa, ladre o los amenace. En estos ejercicios también la distancia es indispensable. Se debe comenzar a la distancia necesaria, como en la desensibilización y sólo debe acortarse esta mientras el perro siga manteniéndose tranquilo, atento y apto para ponerle atención a su manejador.