sábado, 13 de abril de 2019

Los perros y las personas mayores


Es posible y más que recomendable que una persona mayor comparta su vida con un perro, pero para que esto no se transforme en un problema hay que tener en cuenta algunos puntos básicos.

El adulto debe tener el deseo de adoptar una mascota, no podemos obligarlo a recibir en su vida a un animal si no se siente preparado para hacerlo. Se debe tener en cuenta el estado de salud (física y mental) de la persona y las necesidades del perro.

La presencia de un animal en la vida de un abuelo puede resultar muy beneficiosa, genera responsabilidades, lo ayuda a sentirse útil, a hacer ejercicio durante las caminatas diarias con el perro y lo obliga a no quedarse pegado a la radio o la tele.

Hay que analizar si el carácter y las necesidades del perro elegido son compatibles con el estilo de vida que lleva el adulto. Si el perro va a incorporarse a una vivienda con una familia completa, el tamaño no será tan importante porque varias personas podrán colaborar en el cuidado y manejo del perro, pero si el animal va a convivir solo con la persona mayor es aconsejable elegir un perro de tamaño pequeño o mediano y carácter estable, si el adoptante insiste en pedir un perro de tamaño grande habrá que inclinarse por un Golden o un Labrador ya que los perros de ambas razas son sumamente dóciles, inteligentes y cariñosos.

Es importante evaluar si el adoptante tendrá la energía necesaria para recibir y educar a un cachorro, en muchos casos es mejor buscar un perro adulto; la manera más conveniente para conseguir un perro adulto con las características buscadas es visitar un refugio de mascotas, donde los voluntarios nos podrán informar de las virtudes y necesidades de cada animalito.

Para que la convivencia entre el perro y el anciano sea  placentera es importante que el perro aprenda ciertas normas básicas como no tirar de la correa, no saltar y responder al llamado rápidamente; si el adulto no está en condiciones de educar al perro, será la familia quien deba hacerse cargo del entrenamiento básico.

Por último y aunque no resulte agradable hay que considerar como puede afectar al adulto la muerte a la mascota, si pensamos que la persona puede tener algún problema de salud que se desencadene por la tristeza de la pérdida, será mejor no arriesgarse y también hay que pensar que el humano puede morir antes que la mascota por lo que es de suma importancia acordar con algún familiar o conocido que pueda hacerse cargo del animalito si llega a quedarse solo y desprotegido ante la pérdida de su dueño.