Es posible y más que recomendable que una persona mayor
comparta su vida con un perro, pero para que esto no se transforme en un
problema hay que tener en cuenta algunos puntos básicos.
El adulto debe tener el deseo de adoptar una mascota, no
podemos obligarlo a recibir en su vida a un animal si no se siente preparado
para hacerlo. Se debe tener en cuenta el estado de salud (física y mental) de
la persona y las necesidades del perro.
La presencia de un animal en la vida de un abuelo puede
resultar muy beneficiosa, genera responsabilidades, lo ayuda a sentirse útil, a
hacer ejercicio durante las caminatas diarias con el perro y lo obliga a no
quedarse pegado a la radio o la tele.
Hay que analizar si el carácter y las necesidades del perro
elegido son compatibles con el estilo de vida que lleva el adulto. Si el perro
va a incorporarse a una vivienda con una familia completa, el tamaño no será
tan importante porque varias personas podrán colaborar en el cuidado y manejo
del perro, pero si el animal va a convivir solo con la persona mayor es
aconsejable elegir un perro de tamaño pequeño o mediano y carácter estable, si
el adoptante insiste en pedir un perro de tamaño grande habrá que inclinarse
por un Golden o un Labrador ya que los perros de ambas razas son sumamente
dóciles, inteligentes y cariñosos.
Es importante evaluar si el adoptante tendrá la energía
necesaria para recibir y educar a un cachorro, en muchos casos es mejor buscar
un perro adulto; la manera más conveniente para conseguir un perro adulto con
las características buscadas es visitar un refugio de mascotas, donde los
voluntarios nos podrán informar de las virtudes y necesidades de cada
animalito.
Para que la convivencia entre el perro y el anciano sea placentera es importante que el perro aprenda
ciertas normas básicas como no tirar de la correa, no saltar y responder al
llamado rápidamente; si el adulto no está en condiciones de educar al perro,
será la familia quien deba hacerse cargo del entrenamiento básico.
Por último y aunque no resulte agradable hay que considerar
como puede afectar al adulto la muerte a la mascota, si pensamos que la persona
puede tener algún problema de salud que se desencadene por la tristeza de la
pérdida, será mejor no arriesgarse y también hay que pensar que el humano puede
morir antes que la mascota por lo que es de suma importancia acordar con algún
familiar o conocido que pueda hacerse cargo del animalito si llega a quedarse
solo y desprotegido ante la pérdida de su dueño.
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