Es una anormalidad en la
articulación de la cadera por la cual la cabeza del fémur no encaja
apropiadamente en la cavidad pélvica. Esta condición, que no está
presente en el nacimiento, se desarrolla
generalmente durante los dos primeros años de vida del perro. A menudo es
progresiva, causando inflamación, dolor y artritis. Se agrava con el ejercicio
fuerte. En los casos moderados a severos, el perro tiene dificultad su subir o
bajar escaleras y al pararse de la posición echado o sentado. Afecta a miembros
de ambos sexos y aunque es más común en las razas grandes, también puede
ocurrir en razas pequeñas.
Definición anatómica: La articulación de la cadera está
formada por el acetábulo, que es la cavidad cóncava situada en la confluencia
de los tres huesos que forman el coxal (ilion, isquion y pubis), destinada a
albergar la cabeza del fémur. En el centro del acetábulo existe una depresión
cuadrangular rugosa y no articulada, denominada fosa acetabular, donde se
inserta el ligamento redondo que une el acetábulo a la cabeza femoral.
La cabeza femoral es la superficie semiesférica y lisa destinada a la articulación del fémur con el acetábulo. Literalmente se continúa con el cuello. Excéntricamente y en posición media existe una fosa articular (fosa capitis fumaris) destinada a la inserción del ligamento redondo.
La consideración funcional dinámica, sobre todo durante la locomoción y el salto o la elevación sobre las extremidades posteriores, es de vital importancia, pues estas extremidades son las encargadas de producir el impulso y transmitirlo al tronco, precisamente a través de las articulaciones femorales.
La cabeza femoral es la superficie semiesférica y lisa destinada a la articulación del fémur con el acetábulo. Literalmente se continúa con el cuello. Excéntricamente y en posición media existe una fosa articular (fosa capitis fumaris) destinada a la inserción del ligamento redondo.
La consideración funcional dinámica, sobre todo durante la locomoción y el salto o la elevación sobre las extremidades posteriores, es de vital importancia, pues estas extremidades son las encargadas de producir el impulso y transmitirlo al tronco, precisamente a través de las articulaciones femorales.
Cómo se diagnostica?: Solo se
puede diagnosticar con precisión a través del examen radiológico. En la mayoría
de los casos es necesario anestesiar o sedar al animal para permitir el
estiramiento y posicionamiento de los miembros posteriores y evitar que se
mueva durante el procedimiento. Las placas deben ser evaluadas por una
radiólogo veterinario, quien determinará si la articulación coxo-femoral es
correcta o presenta algún grado de displasia.
Desde cuando se puede
realizar el diagnóstico?: Es conveniente
realizar el diagnóstico desde los 6 o 7 meses de edad donde ya se puede ver la
congruencia y adaptación de las superficies articulares. Es conveniente no
exigir un entrenamiento a los cachorros menores, ya que la cadera está en pleno
crecimiento y desarrollo y es la etapa de las mayores transformaciones. Si el
diagnóstico fue realizado antes de que el animal haya terminado de crecer, se
puede realizar un nuevo control después del año y medio de vida.
Qué causa la displasia de cadera?: es básicamente una enfermedad
hereditaria. Su modo de herencia se denomina “poligénico” o “cuantitativo” y es
una combinación de varios genes, cada uno con su propio efecto, siendo algunos
más poderosos que otros. El número exacto de genes involucrados aún no se
conoce y probablemente nunca se sabrá. También influyen diversos factores
ambientales. Se podría decir que la transmisión hereditaria de la
displasia de cadera es debida en un 60% a factores genéticos y un 40% a
factores ambientales. Cabe destacar entre los factores ambientales la
alimentación, el ejercicio físico desmesurado y las alteraciones hormonales. La
inestabilidad articular, unida a una deficiente masa muscular pélvica,
determina la presentación y el grado de la
enfermedad.
Debido a la herencia poligénica,
algunos perros normales producen una determinada descendencia con displasia. Un
padrillo aunque sea físicamente normal, puede transmitir a su descendencia
algunos genes de displasia. La división de los genes defectuosos puede ser muy
despareja, con uno de los progenitores colaborando más que el otro.
Se puede prevenir?: El único
modo totalmente efectivo de prevenir la displasia de cadera en las generaciones
futuras, es evitar criar con aquellos perros que lleven cualquiera de los genes
defectuosos. Todo criador responsable debe realizar el examen radiológico a sus
reproductores y respetar las siguientes reglas: solamente
se deben utilizar para la cría perros que tengan certificado de libre de
displasia. Siempre que sea posible, los
parientes cercanos a perros con displasia no deben ser utilizados para la cría,
incluso siendo físicamente normales. Es vital conocer la “profundidad del
pedigree” para cada progenitor. Para establecer la profundidad del pedigree,
los padres, abuelos y todos los parientes cercanos del progenitor deben tener
el certificado de libre de displasia.
(Este artículo
se publica a título informativo. Tenga en cuenta que puede haber otras
opiniones sobre el tema y que todo lo relativo a la salud de su perro deber ser
controlado por un veterinario)